ENFOQUE Por Gustavo Lores *
Una catástrofe se define como un "suceso desdichado en el que se produce gran destrucción y muchas desgracias con grave alteración del desarrollo normal de las cosas".La pandemia de Covid-19 es un ejemplo. Resulta razonable afirmar que la adaptación de nuestras actividades a este contexto no es una cuestión sencilla de abordar. Es un enorme desafío global e individual. En 2020, al declararse la emergencia sanitaria al mismo tiempo que se iniciaba el ciclo lectivo, la firma del Decreto Presidencial 297/20 de fecha 19-03-2020 dispuso el aislamiento obligatorio, la suspensión de clases presenciales y puso en marcha un nuevo sistema de vida. En ese momento de desconcierto, se tomaron decisiones diferentes en las Facultades de la UNJu. Las autoridades de tres de ellas decidieron no iniciar el ciclo lectivo 2020 y suspender la acreditación de aprendizajes. Otra Facultad, por el contrario, dispuso garantizar el desarrollo del calendario académico, el dictado de los contenidos mínimos de las asignaturas y su evaluación, habilitando transitoriamente modalidades de enseñanza a través de plataformas virtuales. En el discurso, las dos decisiones se fundamentaron la preservación de derechos de los estudiantes.
Las consecuencias quedaron en evidencia casi de inmediato. En las primeras tres Facultades, alumnos y docentes quedaron librados a su propia iniciativa para mantener la comunicación académica, sin reconocimiento institucional, mientras que en la restante se avanzaba en el dictado de las asignaturas sostenido por el compromiso de su plantel docente y el esfuerzo del alumnado en un marco normativo de excepción. A tres meses de marcha y con los efectos generados al descubierto, la decisión política de no iniciar el ciclo lectivo de 2020 se hizo insostenible y las Facultades que lo habían suspendido indefinidamente se vieron obligadas a abrirlo. El resultado de esta última decisión tardía y carente de convicción impactó negativamente sobre los alumnos. Finalizado el ciclo lectivo 2020, la medida de no iniciarlo oportunamente generó la pérdida, en un solo año, de hasta el 52% de los alumnos regulares de la UNJu. En el caso de la Unidad Académica que aplicó medidas que preservaron la continuidad de las cursadas bajo condiciones extraordinarias se logró que ese impacto negativo se ubique en torno a solo el 16% de sus alumnos.Tratándose 2021 de un año electoral para la UNJu, como corolario se cercenó el derecho de cientos de alumnos de elegir autoridades universitarias durante el pasado agosto, ya que se permite el voto sólo a los que acrediten la condición de regular.
Superada la primera etapa de aislamiento estricto, la UNJu creó el área de Habitabilidad Segura y Prevención del Covid-19, integrada por profesionales de la Salud, en su mayoría egresados y egresadas de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales que, bajo la supervisión de un destacado especialista en la materia se distribuyó en las distintas dependencias. De esta forma, a partir de septiembre de 2020, en la Facultad de Ingeniería se van habilitando gradualmente actividades presenciales administrativas, académicas, de extensión e investigación. Bajo protocolos ajustados a normas epidemiológicas internacionales y en constante revisión se retoma el contacto con los espacios físicos. Actualmente se presenta otra instancia crítica, en esta oportunidad signada por el slogan de "volver a la normalidad en las universidades". En el caso de la UNJu, el Consejo Superior integrado por docentes, alumnos, egresados y no docentes, aprobó el 25 de agosto una serie de lineamientos generales para el retorno a la presencialidad de estudiantes y profesores en pandemia mientras sus miembros continúan sesionando de manera remota. Recuperar la presencialidad implica tomar decisiones operativas bajo la responsabilidad de la administración de cada institución, o sea, en el caso de las Facultades, de los Decanos. Es un buen momento para que las autoridades y la comunidad universitaria reflexionemos sobre algunos aspectos a considerar en cuanto al regreso a la presencialidad en las universidades, más allá de las expresiones "de manual" que genera el discurso político vacío de contenidos y sin impacto real.
Europa press publicó hace unos días la recomendación de los especialistas Simon Williams y Gavin Yamey en la que establecen seis aspectos a tener en cuenta para el regreso a la presencialidad en las universidades: a) cobertura de vacunados de más del 90%; b) mientras no se cumpla esta condición, considerar un retorno por etapas para evitar el desplazamiento masivo de todos sus estudiantes; c) invertir en obras e instrumental para garantizar una ventilación adecuada y su control en aulas, laboratorios, oficinas y alojamientos; d) garantizar el rastreo efectivo de contactos, combinado con testeos para minimizar la transmisión debido a que, a diferencia de los demás niveles educativos, no se controla asistencia en las clases, que son abiertas; e) poner a disposición recursos adicionales para asegurar un apoyo adecuado en los casos de auto aislamiento y f) mantener la obligatoriedad del uso de barbijos certificados.
(*) Decano de la Facultad de Ingeniería de la UNJu