Los más optimistas dicen que Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner podrían volver a verse en un plazo no mayor a dos semanas. Que el Presidente bajó sus niveles de enojo y que estaría dispuesto a negociar la paz, siempre y cuando la prenda de consenso no sea el armado de un gobierno colegiado ni la entrega de su equipo económico, con Martín Guzmán a la cabeza. La vicepresidenta ya envió su mensaje: las decisiones medulares de la gestión las deben tomar los socios principales del Frente de Todos (FdT), de forma conjunta.
El encargado de ponerlo en palabras esta semana fue el delegado cristinista en la Casa Rosada, el ministro Eduardo de Pedro, que hasta ahora cumplía el rol de componedor público, mientras la tarea de confrontar quedaba en manos del secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque. En diálogo con El Destape, De Pedro dijo que hay diferencias hacia el interior del FdT sobre la forma de combatir la inflación y apuntó contra el equipo económico.
La declaración no fue azarosa. A través del ministro del Interior, Cristina buscó dejar en claro que, como antes el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), temas como la receta para discutir la inflación deben discutirse en una mesa de decisiones sobre la gestión, a la que deben sentarse el Presidente, Sergio Massa y ella misma.
Fernández se resiste. El Presidente entiende que armar dispositivo conjunto para la tomar de decisiones sería sinónimo de tener un gobierno colegiado. Está cansado de que el cristinismo y Massa limen a Guzmán y al resto del equipo económico. En el sector que habita La Cámpora corrió el rumor esta semana de que el ministro presentó la renuncia dos veces.