Camino o más bien, increíble obra de ingeniería que une Purmamarca con las Salinas Grandes, la Cuesta de Lipán asemeja un zigzagueante laberinto de infinita belleza y gran desafío.
Construida por el hombre para sortear los obstáculos geográficos dispuestos por la naturaleza en la zona, exige ascender poco a poco, curva tras curva, llegando a una altura de 4.170 metros sobre el nivel del mar.
Es sorprendente ver allí, en plena cuesta, pequeñas casitas con sus respectivos corrales, y gente que a esa altura vive cotidianamente abocada al criado de ovejas y llamas.
Los que piensen que el viaje se disfruta tanto como el camino, tienen el lugar perfecto para comprobarlo. Porque si Purmamarca y las Salinas Grandes son dos destinos hermosos en sí mismos, para llegar de uno al otro hay un recorrido que promete enamorar a todos.
La Cuesta de Lipán es un camino de cornisa por la Ruta Nacional 52, formado por una decena de curvas y zigzags. Recorriéndola, los colores ocres de la estepa dibujan un trayecto que supera cualquier expectativa. La ruta continúa esquivando las montañas y delinea un trazado que se parece mucho a una obra de arte.
Hacer un alto en algún punto de esta cuesta permite disfrutar de fabulosas vistas panorámicas de la Quebrada de Humahuaca, del Nevado del Chañi (límite de la Quebrada con las Salinas Grandes), y hasta de la Cordillera de los Andes. El punto más alto del recorrido está en el Abra de Potrerillos, donde un monolito marca 4.170 metros sobre el nivel del mar y los amantes de las buenas fotos encuentran la felicidad. Desde arriba, el paisaje parece de otro mundo.
La cuesta no es sólo un camino, es un premio al ingenio humano que con esfuerzo, dedicación y por sobre todo, conocimiento, logró que el paso del hombre pudiese incorporarse a la perfección que posee la naturaleza. Increíble y majestuoso a la vez. Para recorrerla, se parte desde Purmamarca por la ruta nacional 52, la cuesta comienza luego de la Puerta de Lipán donde se encuentra el pueblo del mismo nombre.
El camino, serpenteante y hermoso, forma parte de la 52 que luego cruza la ex 40, llega a las Salinas Grandes y prosigue su recorrido a Susques y el Paso de Jama. La cuesta en sí misma es un atractivo, llega a los 4.170 msnm donde hay un monolito para ubicarse y sacar fotos. El recorrido hay que hacerlo tranquilo y manejar despacio.
En el camino se encuentran los glaciares de El Quemado que son una formación de hielo macizo, originados por una vertiente natural de altura, la cual, a causa de las bajas temperaturas, se solidifica hasta llegar a un metro de espesor aproximadamente. Este fenómeno ocurre entre los meses de mayo y agosto, se encuentra a 33 kilómetros del pueblo de Purmamarca.
Completamente asfaltado es un camino de cornisa que serpentea entre los cerros donde el vértigo y la admiración hacen que no se puedan sacar los ojos del camino por donde ha circulado o está circulando y las fotos se acumulan sin parar.
El conductor, antes de iniciar el recorrido, debe controlar frenos del vehículo con el que suba o baje la cuesta, prestar atención, tomar distancia de los camiones y nunca acelerar o frenar de más ya que puede ocasionar accidentes de gravedad.
Además de ser un atractivo espectacular, es también es un peligroso tramo de carretera, en pleno altiplano. Comienza en Purmamarca a los 2.320 msnm y finalizará a los 4.096 msnm, en las Salinas Grandes. La distancia entre estos dos puntos es de unos 60 kilómetros, aunque el tramo que abarca la cuesta es mucho menor, de unos 17 kilómetros. El desnivel ascendido en un tramo realmente corto es espectacular, por lo que la pendiente del tramo es enorme.
Desde Purmamarca hasta las Salinas Grandes se ascienden más de 1.500 metros de desnivel, por lo que hay que tener cuidado con el mal de altura.
Este tramo de carretera serpentea la montaña mediante varias horquillas de 180º es extremadamente empinado y relativamente sinuoso. El paso es de carretera totalmente asfaltada y a unos metros de la altura máxima, antes de los salares, hay un mirador desde donde se puede observar la cuesta en su totalidad e inmensidad.
La Cuesta de Lipán ya se utilizaba en los años 70 como camino de tierra y a principios del año 2000 se iniciaron las obras para asfaltarlo, mejorando sobremanera la manejabilidad y seguridad. Cabe destacar que esta obra fue inmensa y que la Cuesta de Lipán recibió el Premio de Trabajo Vial 2004 por la Asociación de Carreteras de Argentina.