El Vaticano pidió ayer perdón
por los pecados propios y ajenos en relación a las
violaciones cometidas por los curas Horacio
Corbacho y Nicola Corradi, del Instituto Próvolo,
de Mendoza, quienes fueron sentenciados a 45 y
42 años de cárcel, respectivamente. También negó
haber encubierto el caso.
Es imprescindible que, como Iglesia, podamos
reconocer y condenar con dolor y vergüenza las
atrocidades cometidas por personas consagradas,
clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la
misión de velar y cuidar a los más vulnerables.
Pedimos perdón por los pecados propios y ajenos,
indicó el comunicado. En el texto, el comisario
nombrado por el Vaticano para el Instituto
Próvolo, el obispo auxiliar de La Plata, Alberto G.
Bochatey, afirmó que la Iglesia nunca encubrió a
los sacerdotes en cuestión y que toda vez que la
justicia argentina libró exhortos o pedidos a las instancias
que corresponden en la Iglesia, ésta respondió
según derecho, en tiempo y forma. Nunca
ocultó información ni quitó colaboración.
El dolor de las víctimas y sus familias es también
nuestro dolor, por eso urge reafirmar, una vez
más, nuestro compromiso para garantizar la protección
de los menores y de los adultos en situación
de vulnerabilidad, se explicó en el texto.