ENFOQUE Por Gustavo Lores *
Históricamente las universidades han estado al servicio de intereses ligados al poder económico, religioso, académico o político. Desde principios del siglo XX estudiantes de la Universidad de Buenos Aires comenzaron a cuestionar la forma de gobierno de las academias y el escaso nivel científico que imprimían a la docencia universitaria. En 1905 se crea la Universidad de La Plata como proyecto que le otorga a la ciencia un rol destacado, en contraposición al perfil que tenían las de Córdoba y Buenos Aires, más orientadas a la formación en el ejercicio de las profesiones. En 1906 la Universidad de Buenos Aires reforma los estatutos democratizando su forma de gobierno. Se minimizó el poder que tenía la elite que la dirigía reduciéndolo a funciones de asesoramiento y los profesores pasaron a asumir la conducción de la universidad. A principios de 1918 se crea el Comité Pro Reforma Universitaria, integrado por delegados de las tres facultades que tenía la Universidad Nacional de Córdoba (Ciencias Médicas, Ingeniería y Derecho). Nace la Federación Universitaria Argentina para un ingreso amplio a las universidades y un sistema autónomo y democrático de gobierno. En junio de ese año se da a conocer el "Manifiesto Liminar", texto emblemático de la Reforma Universitaria que cristaliza sus principales postulados y expresa una profunda crítica a una universidad conservadora y un régimen académico que la llevó a la "mediocridad de la enseñanza" a cerrarse en sí misma y combatir la ciencia. Fundamentalmente se establece al conjunto de la sociedad como destinataria de la actividad universitaria. En septiembre se modificaron los estatutos de la Universidad Nacional de Córdoba organizando un gobierno compartido por profesores y estudiantes.
Un antecedente que inspira los debates actuales sobre el compromiso social de las universidades se hallan en las ideas de quien fue Rector de la Universidad de Buenos Aires de 1957 a 1962, el Dr. Risieri Frondizi. Propuso una concepción para la función social de la universidad: "Esta es, sin duda, la misión más descuidada entre nosotros, aunque una de las más importantes". Agregó que "no es suficiente abrir las puertas de la universidad pública al medio. Es necesario formar parte de la comunidad. El desafío es escuchar, integrar la Universidad a la Sociedad e involucrarse para elaborar una respuesta útil y comprometida, no solo con el futuro, sino también con el presente". Aportó una visión crítica "La universidad es estéril porque no ha logrado aún el vínculo de la ciencia y la técnica con las necesidades del país. Sus profesores, salvo escasas excepciones, no generan discípulos capaces de mantener la continuidad del saber, sino profesionales apresurados por lograr los réditos del esfuerzo realizado en la etapa estudiantil."
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En la actualidad definimos al compromiso social universitario como un conjunto de variantes inherentes a las actividades de la educación superior del siglo XXI, que refieren conceptualmente a múltiples dimensiones: desde planear al conjunto de las actividades universitarias en vinculación con la sociedad y sus problemas, volcar sus resultados al pueblo que la contiene, aportar al desarrollo cívico y social, dar orden de excelencia a los temas nacionales, propender a la concientización y politización de los cuadros universitarios a partir de su compromiso social y contribuir a la democratización de la sociedad. No debemos ceder a la tentación de visiones encontradas, la eficientista en oposición a la demagógica, sobre la definición del compromiso social de la universidad. La reflexión sobre el tema que formula el Dr. Guillermo Jaim Etcheverry, en oportunidad de dirigirse a la Asamblea Universitaria de Universidad de Buenos Aires cuando asumió como Rector en 2002, resulta determinante para comprender la verdadera dimensión del tema. Decía: "Posiblemente el núcleo de la discusión acerca de la función social de la universidad consista en determinar si la institución debe adaptarse a la sociedad o si ésta debe hacerlo a la universidad. Parecen dos concepciones distintas que, en realidad, se articulan y complementan. De lo que se trata no es solo de modernizar la cultura, sino también de culturizar la modernidad. Es que la universidad tiene la función irrenunciable de cultivar y proponer hacia afuera ciertos valores que le son propios. Su misión hoy es aportar a la cultura del nuevo milenio".
"En su esencia, la universidad es una institución de ideas, una creación europea que surgió como expresión formal de la convicción acerca de la primacía de la idea, del poder transformador, revolucionario, que tienen las ideas. Es, por lo tanto, la concreción del poder institucionalizado de la idea. Frente al poder político y religioso, la universidad surge como el espacio autónomo de la idea. Por eso, al perderse la trascendencia social de las ideas, la universidad comienza a decaer como espacio que las representa". Es en este marco conceptual que surge una de las misiones primordiales de la Universidad: la de comprometerse con la sociedad en la que participa, contribuyendo en la solución de problemas complejos, impulsando su cultura y favoreciendo la construcción de una sociedad justa y equitativa.
(*) Decano de la F. de Ingeniería de la UNJu