El ministro cuestionó al embajador argentino en Nicaragua
Buenos Aires - El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, dijo que le parece "un espanto lo que pasó con (Mohsen) Rezai". "Si hubiera sido el embajador no me hubiese presentado", cuestionó el accionar del embajador argentino en Nicaragua, Daniel Capitanich, durante la asunción como presidente de Daniel Ortega.
El funcionario iraní acusado por el atentado a la AMIA participó del acto de reasunción del quinto mandato presidencial de Daniel Ortega en Nicaragua. Sobre él pesa un alerta roja de Interpol, por su presunta participación intelectual en el ataque a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de 1994.
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"Debió cumplirse el alerta roja de Interpol que hubiera permitido la detención. Este caso es muy gráfico, si yo hubiera sido el embajador no me hubiese presentado. He ido con el ex presidente Néstor Kirchner a Naciones Unidas y él no se quedó en ninguna reunión donde era posible que estuviera (Mahmud) Ahmadineyad, en aquel momento. La visión tiene que ser clara y contundente al respecto", expresó el funcionario ante los medios acreditados en Casa Rosada, tras una reunión con el jefe de Gabinete, Juan Manzur.
El ministro recordó que las alertas rojas sobre los iraníes siguen estando vigentes porque fueron reactivadas por el gobierno de Néstor Kirchner, tras un encuentro del fallecido ex presidente con el ex titular de la AMIA Luis Grynwald, en el cual se decidió enviar una propuesta a Interpol que permitió reactivar ese pedido de detención sobre los acusados de la voladura de la mutual israelita.
Sobre la no detención de Rezai, Fernández afirmó que desconoce por qué no se activaron las alertas al ingresar a Nicaragua: "Supongo que es porque es la autoridad de un país y entonces no se cumplen las mismas condiciones que para otras personas", especuló.
El funcionario nacional, por otro lado, no encontró contradicciones en la participación del país centroamericano en la Cumbre de Cancilleres de la CELAC que se realizó el viernes 7 de enero en el Palacio San Martín, y donde Argentina con el apoyo de 32 países (entre ellos Nicaragua, a través de su canciller Denis Moncada) logró la presidencia pro témpore de ese foro regional. "No hablemos de contactos estrechos políticos. Nicaragua que haga lo que quiera con Irán. Ellos tendrán una visión para hacerlo y tener una relación con Irán. Actualmente, Estados Unidos también tiene relaciones con Irán".
Un día después de que se supiera la presencia de Rezai en la asunción del dictador Ortega y tras las críticas de Juntos por el Cambio, recién la Cancillería envió este martes una carta de queja a la Embajada de Nicaragua. "El gobierno argentino lamenta profundamente tomar conocimiento de la presencia en la República de Nicaragua del Sr. Rezai, debiendo recordar que sobre este último pesa una orden de detención internacional", comienza el texto enviado por la cartera que comanda Santiago Cafiero.
El escrito remarca que Rezai "se encuentra imputado en el marco de la causa que investiga el peor atentado terrorista que la República Argentina ha sufrido en su territorio y que costó la pérdida de 85 ciudadanos argentinos y cientos de heridos, acaecido el 18 de julio de 1994 en contra de la sede de la AMIA /DAIA".
En la misma ceremonia del lunes, en la que se tiraron hasta fuegos artificiales sobre la Plaza de la Revolución de Managua, estaba el embajador argentino Daniel Capitanich, quien no pidió su detención ni emitió protesta alguna. Según argumentaron desde Casa Rosada, el embajador Capitanich "no sabía quiénes estaban invitados" al acto de asunción, cuando desde el fin de semana las agencias internacionales de noticias informaban que Rezai representaba al gobierno de Irán.
Lo sucedido demuestra que no funcionaron ni los servicios de inteligencia, ni la justicia en Argentina. Tampoco quienes le llevan informes al canciller Santiago Cafiero y al presidente Alberto Fernández. Ello llevó a las protestas de la DAIA, la AMIA y la Embajada de Israel. Y en el arco de la oposición política argentina hasta pidieron la interpelación del canciller Santiago Cafiero y Capitanich.