TANTO EN EUROPA COMO EN EL SUDESTE ASIÁTICO
Beijing - La esperada reunión de ayer en Pekín entre los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y de China, Xi Jinping, con la crisis en torno a Ucrania de fondo, supuso una exhibición de unidad "sin precedentes", según el líder ruso; e "inquebrantable", como dijo el mandatario chino. En un claro mensaje a Estados Unidos, ambos han condenado la influencia "desestabilizadora" de las alianzas militares en Europa y Asia y se han opuesto a una nueva ampliación de la OTAN, en un significativo espaldarazo de Pekín a Moscú.
La declaración conjunta suscrita ayer en Pekín ha dado un paso de gigante en ese acercamiento: han asumido como propias posturas del otro en intereses geopolíticos clave. Como venía haciendo Rusia, China declara por primera vez su oposición explícita a la expansión de la OTAN. Como Pekín, Moscú expresa la suya al Aukus, la alianza de seguridad en Asia que formaron el año pasado EE UU, el Reino Unido y Australia. Y Moscú también declara que Taiwán forma parte del territorio chino, una de las grandes prioridades políticas del Gobierno de Xi.
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"Las partes se oponen a una nueva expansión de la OTAN" y "piden a la Alianza Atlántica que abandone las posturas ideológicas de la Guerra Fría", indican los dos Gobiernos en la declaración conjunta emitida tras la reunión. En Asia Pacífico, también rechazan la creación de "bloques cerrados", una referencia a la alianza Aukus. "Seguimos muy atentos al impacto negativo de la estrategia indo-pacífica estadounidense en la paz y la estabilidad en esta región", señala el documento, de 5.000 palabras.
Ambos se comprometieron igualmente a incrementar la cooperación ante lo que consideran "injerencias extranjeras", las "revoluciones de colores" (una referencia a levantamientos populares que ambos países consideran respaldados por fuerzas externas) y los desafíos regionales. La relación de China y Rusia "tiene gran significación para mantener la estabilidad y la seguridad estratégica en el mundo", asegura la versión de Pekín sobre lo tratado en la reunión.
Sin mencionar a Estados Unidos, denunciaron que "ciertos países" intenten imponer sus "estándares democráticos" a otras naciones, una crítica que en particular China ha repetido en diversas ocasiones desde que la Casa Blanca celebró en otoño pasado una cumbre sobre la democracia.
Ambas naciones expresaron su preocupación en torno al "avance de los planes de Estados Unidos para desarrollar una defensa global de misiles y desplegar sus elementos en varias regiones del mundo, combinados con una mayor capacidad de armamento no nuclear de gran precisión para desbaratar ataques y otros objetivos estratégicos".
No mencionaron por su nombre a Ucrania, el país que Occidente teme que resulte invadido por Rusia después de que Moscú haya desplegado más de 100.000 soldados en la frontera. Pero el Gobierno chino se suma, según indica la declaración, a las propuestas de Moscú para la "formación de garantías de seguridad a largo plazo vinculantes legalmente" en Europa.
Ambos han suscrito una quincena de acuerdos en varios sectores. Entre ellos, un pacto para la ampliación de suministro de gas ruso a China, que expandirá el alcanzado en 2014 por valor de 400.000 millones de dólares (unos 350.000 millones de euros al cambio actual) y que transporta ese combustible hacia el gigante asiático a través del gasoducto Poder de Siberia 1. También se suscribieron memorandos para compatibilizar los sistemas de geolocalización y para un aumento de las inversiones en desarrollo verde. "Trabajamos para hacer realidad un verdadero multilateralismo", ha declarado Xi, según la versión difundida por el Kremlin de las declaraciones de ambos líderes.
Aparte de Ucrania, la declaración conjunta omite otros intereses geopolíticos clave de alguno de los dos socios: por ejemplo, Rusia no asume la posición de Pekín en las reclamaciones de soberanía sobre el mar del Sur de China. Putin llegó este viernes a Pekín para asistir a la ceremonia de inauguración de los Juegos, donde Estados Unidos y ocho de sus aliados han optado por no enviar altos funcionarios, en un boicot diplomático.