ENFOQUE Por Gustavo Lores (*)
Hoy me permito compartir en esta columna parte de una publicación de la Organización Mundial de la Salud que integra una serie de textos explicativos sobre el objetivo de la vacunación masiva de la población y que sirve de introducción para mi mensaje. Las vacunas son una herramienta fundamental para luchar contra la COVID-19 y vacunarse es una de las mejores formas de protegerse a uno mismo y a los demás contra esta enfermedad. Las vacunas contra la COVID-19 le enseñan a nuestro sistema inmunitario a reconocer el SARS-CoV-2 (virus que causa esta enfermedad) y a generar anticuerpos para combatirlo. Tras la vacunación, el cuerpo está preparado para luchar contra el virus y prevenir la aparición de síntomas.
La mayoría de las personas infectadas por el SARS-CoV-2 presentan respuesta inmunitaria en las primeras semanas. Aún se está estudiando la magnitud y la duración de dicha respuesta y su variación con los distintos casos, variantes y cepas. Las personas ya infectadas por este virus también deben vacunarse, salvo que su médico lo desaconseje. Incluso en caso de infección previa, la vacuna estimula y refuerza la respuesta inmunitaria. Además, se han dado casos de una segunda infección por el SARS-CoV-2, lo cual hace que vacunarse sea todavía más importante.
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Las únicas personas indicadas para desaconsejar esta vacunación son los profesionales de la salud, debido que la contraindicación sólo se fundamenta, razonablemente, en la clínica médica. En este punto resulta necesario explicar que, aún respetando las cuestiones de la Fe, el relato de supuestas conspiraciones internacionales para inocularnos un chip a través de la vacuna y la condición de "veneno" que se le atribuyó desde el Congreso de la Nación, las Ciencias de la Salud tienen la palabra autorizada.
Las naciones del Mundo, dentro de sus posibilidades financieras, se hicieron cargo de poner a disposición de miles de millones de personas un elemento probado clínicamente, destinado a evitar un daño mayor producto de la pandemia y a recuperar, en parte, los hábitos sociales. La decisión individual de no vacunarse se puede comparar, en cuanto a efectos, con la decisión individual de conducir alcoholizado.
Hubo que esperar cien años y cientos de miles de muertes para que el alcohol al volante fuera considerado una contravención. O sea, "si tomás, no manejes" podría aplicarse "si no te vacunás por tu decisión, no salgas a exponer a los demás".
Volviendo a la vacuna, siempre la administra un agente sanitario que instruye sobre los efectos posibles durante las primeras horas de haber sido inoculado. Como ocurre con cualquier otra vacuna, las que inmunizan contra la COVID-19 pueden causar alguna dolencia que suele desaparecer a los pocos días. Para la mayoría de las vacunas contra la COVID-19 es necesario administrar más de una dosis. La primera sirve para exponer a nuestro sistema inmunitario al antígeno -es decir, la proteína que da lugar a la producción de anticuerpos y estimula la respuesta inmunitaria-. En cuanto a las siguientes dosis o refuerzos, actúan potenciando la respuesta inmunitaria para que el organismo recuerde cómo luchar contra el virus si este ingresa de nuevo. De acuerdo con los resultados de los ensayos clínicos realizados, las vacunas contra la COVID-19 son inocuas y evitan con gran eficacia la aparición de síntomas graves.
Los investigadores continúan estudiando la evolución de esta enfermedad para determinar durante cuánto tiempo quedan protegidas las personas vacunadas y su capacidad comparativa de transmitir el virus a otras personas.
La disponibilidad de vacunas eficaces previene la aparición de síntomas graves y muertes por COVID-19. A pesar de que se están administrando masivamente y de que la inmunidad está aumentando, es importante continuar respetando las medidas recomendadas para reducir la propagación del SARS-CoV-2, a saber: llevar mascarilla, sobre todo en los espacios concurridos y poco ventilados, lavarse las manos con frecuencia, cubrirse la boca y la nariz con la flexura del codo al toser o estornudar y abrir las ventanas en espacios interiores.
Ante la evidencia científica del efecto favorable de la vacunación masiva, la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Jujuy adoptó en su ámbito los estándares más altos de protección que resultan compatibles con la normativa de la Universidad Nacional de Jujuy para desarrollar las actividades presenciales.
El modo más eficiente de alcanzar protección es tender a que la totalidad de la comunidad universitaria avance en el esquema de vacunación de cualquiera de las vacunas autorizadas destinadas a generar inmunidad adquirida contra la COVID-19 y que la institución disponga de estos datos estadísticos para establecer los escenarios epidemiológicos según sea la situación.
Por este motivo y entendiendo que todos debemos contribuir en que las condiciones de participación en las clases presenciales sean seguras y sostenibles, en un contexto de pandemia, la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Jujuy inició una campaña de concientización para que su comunidad complete el esquema de vacunación. No sólo se resguarda de esta manera la salud de alumnos, docentes y no docentes, sino que, a través de ellos se previenen contagios en sus respectivas familias.
(*) Egresado de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Jujuy