"La unidad debe ser con el pueblo".
El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) pasó casi a un segundo plano. Cada dirigente que ingresó al despacho de Cristina Fernández de Kirchner en las horas previas a la votación del Senado salió de la oficina ubicada en el primer piso hablando sobre el tema que obsesiona a la vicepresidenta desde que el Frente de Todos (FdT) desembarcó en la Casa Rosada: los precios.
El índice de precios al consumidor, que dio un 4,7% de inflación en febrero, cuando todavía no se registra el impacto de la guerra en Ucrania, no hizo más que azuzar el fuego. El viernes a última hora, en un segmento fuera de registro para una mayoría ciudadana que quiere que la realidad argentina le dé aunque sea un momento de respiro, el presidente Alberto Fernández anunció medidas para combatir el alza descontrolada de precios.
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El cristinismo tenía pocas expectativas. Ni Cristina ni ninguno de sus funcionarios habían sido convidados a la elaboración del plan, una muestra clara de que la desconexión entre sectores es total y que abre la llave del siguiente interrogante que plantea la vicepresidenta: aprobado el acuerdo con el Fondo, ¿con quién querrá gobernar el Presidente? ¿Con quiénes está dispuesto a pelearse para defender el bolsillo de las argentinas y los argentinos, cada vez más golpeado?.
Las respuestas no encontradas a esas preguntas son las que tienen en jaque a la unidad del FdT. Algo de eso planteó en los últimos días el cristinismo en diferentes canales, en el documento que publicaron los senadores y senadoras que rechazaron el acuerdo en el recinto apenas terminada la sesión, y en los mensajes que fueron dejando en diferentes intervenciones los dirigentes más cercanos a la vicepresidenta.
El cristinismo sigue atento a que el teléfono anuncie una convocatoria formal para el alto el fuego.