Más del 40 % de su partido votó en su contra
Londres - El primer ministro británico, Boris Johnson, conservó ayer su puesto gracias al apoyo de una mayoría de los diputados conservadores en la moción de censura interna sobre su liderazgo, de acuerdo con la información entregada por un portavoz de la formación. Un total de 211 diputados votaron a favor de Johnson y 148 en contra. Al salir victorioso, no se enfrentará a otra moción de este tipo durante un año.
Sin embargo, el jefe del Ejecutivo, castigado por el escándalo de las fiestas en Downing Street durante la pandemia, sufrió un fuerte revés al ver el número de parlamentarios "tories" (un 40%) que votaron en su contra para retirarle la confianza y, en consecuencia, apartarlo del cargo. La propuesta de moción de censura interna fue planteada tras la publicación de cartas de censura por parte del 15 por ciento de la bancada 'tory'.
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Amenazado desde hace meses por este escándalo, conocido como "partygate", del que durante un tiempo parecía haberse salvado gracias al cambio de foco por la guerra de Ucrania, el controvertido líder británico, de 57 años, se enfrentó al veredicto de los diputados de su mayoría conservadora.
El político conservador que cabalgó el Brexit para llevar a su partido a una arrolladora victoria electoral en 2019 arrojó por la borda toda su popularidad y apoyo entre los ciudadanos al negar una y otra vez las fotos e informaciones que los medios presentaban como evidentes fiestas, con alcohol, comida y aglomeraciones de gente, no respetando las normas de distanciamiento social. El informe interno elaborado por la alta funcionaria Sue Gray, número dos de la Oficina del Gabinete, resultó demoledor. Señalaba una cultura de alcohol, exceso y falta de respeto en los edificios gubernamentales. Y señalaba a Johnson como principal responsable de lo ocurrido. Poco antes, Scotland Yard había decidido multar a Johnson, su esposa Carrie y el ministro de Economía, Rishi Sunak, junto a decenas de miembros del equipo de Gobierno. Nunca en la historia un primer ministro había sido sancionado por incumplir la ley durante su mandato.
Si bien Johnson ha superado el primer escollo para permanecer en el poder, la historia muestra que cuando el triunfo es por un margen estrecho (sacó 211 votos, y le bastaban 180), al final los primeros ministros suelen ser destituidos. Johnson, en un intento por convencer a sus filas, conversó a puertas cerradas con los parlamentarios.
"En mucha ocasiones se ha dicho que estaba acabado. Puedo reconstruir la confianza. Dejen de hablar de Westminster y empiecen a hablar de la gente que nos envió aquí", habría dicho Johnson, según uno de los asistentes. "El premio de esta noche es enorme, lo mejor está por llegar", agregó, según la misma fuente, insinuando una próxima bajada de impuestos, medida muy popular en un momento de inflación disparada que está estrangulando a muchas familias incapaces de llegar a fin de mes.
Como sea, el liderazgo del premier queda en entredicho. El propio Johnson afirmó cuando su antecesora, Theresa May, se sometió a esta moción de censura y logró un 63 por ciento de apoyo, que fue "un muy mal resultado, mucho peor de lo que parece". Por eso, como Johnson consiguió menos votos que May (quien abandonó el cargo seis meses después), el triunfo del actual premier podría no ser suficiente.
John Penrose, diputado confirmado por el propio primer ministro en 2019 como jefe anticorrupción, anunció ayer su dimisión. "Johnson violó claramente el Código Ministerial (código de ética) con sus mentiras al Parlamento, y debe dimitir. Aunque acabe ganando la votación esta tarde, la sensación general que existe es que esto es el principio del fin. Creo que todo ha terminado", sentenció Penrose en declaraciones a SKYNews.
"La historia nos dice que esto es el principio del fin", afirmó a su vez el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, a la radio LBC. "Si se observan los ejemplos anteriores de votos de confianza, incluso cuando los primeros ministros conservadores sobrevivieron, el daño ya está hecho y normalmente caen razonablemente rápido", subrayó, recordando los casos de Margaret Thatcher y Theresa May.