Una jujeña notable: Homenaje a la Dra. María Rosa Caballero de Aguiar

Por Miguel Angel Mallagray

Maria Rosa Caballero

Maria Rosa Caballero

El que esto escribe lleva setenta años ejerciendo su profesión de Abogado porque tuve la suerte de recibirme muy joven y ahora que soy un anciano, sigo trabajando, ya que nunca me jubilé y por la gracia de Dios conservo impecables mi mente, mis piernas y mis reflejos. Además fui y aún periódicamente sigo yendo, casi a diario a Tribunales, porque siempre he sostenido que el Abogado que no va a Tribunales y no conoce lo que piensan los jueces que le van a impartir justicia, gana los juicios que se ganan solos.

En una de esas andanzas por allí, en el hall del edificio vi una chica, bonita, joven, delgada, de muy buena presencia y como no la conocía pregunté quién era y me dijeron es una abogada jujeña nueva que ingresó a trabajar en la justicia y se llama María Rosa Caballero. Seguí mi derrotero diario, pero me quedé pensando en ella y luego me enteré de su unión con un muchacho que yo conocía de muy chico, llamado Jorge Aguiar, ya que habíamos sido vecinos con sus padres, en los departamentos que construyó el inolvidable Negro Horacio Guzmán.

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No pasaría mucho tiempo que empecé a tener noticias de ella: era trabajadora, competente, estudiosa, diligente y por sobre todo, para ponerle una escarapela a su persona, sus expedientes salían resueltos rápido. Me encantó, pues conozco mucho de Tribunales de todos los tiempos y esto era enriquecedoramente anormal, ya que vi en mi vida mucha vagancia y mucha desidia para que los expedientes se muevan y las causas salgan rápido como lo merecen los justiciables.

Un buen día se hizo una reestructuración del Poder Judicial, creándose la Cámara Civil y Comercial, dividida en tres Salas y se hizo justicia a sus antecedentes, recibió la designación de Vocal Nº 1 o sea, que los que hacían las designaciones se habían dado cuenta de su talento y de sus antecedentes.

Y no defraudó a nadie. Ni a justiciables, ni a Abogados. Siguió cumpliendo su trabajo, con ahínco, con talento, con dedicación, con fundamentos que revelaban mucho estudio y mucho conocimiento y pasaron años allí y siempre fue la misma Maria Rosa Caballero.

Un buen día tomó la enriquecedora tarea de dirigir, con la colaboración de otros distinguidos colegas de la justicia, las anotaciones y comentarios sobre cada uno de los artículos que conforman el Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Jujuy, volcando allí todos sus estudios, todo su talento y sus amplios conocimientos de la materia. Generosamente me dedicó el primer tomo de dicho trabajo y lo conservo como un preciado tesoro.

Al fin le llegó el momento de descansar acogiéndose a la jubilación y se fue de Tribunales, pero que ocurre, al tiempo se produjeron vacantes en la Cámara Civil y Comercial que la dejaban desmantelada y la volvieron a convocar y ella retornó a trabajar, con la misma inclinación por la justicia y la misma actitud, como si recién empezara.

Al fin, luego de un tiempo prolongado, la dejaron volver a su casa, pero allí la esperaba la gloria. Como culminación a su carrera y haciéndose eco de sus conocimientos, fue designada para suplir a los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Un gran honor que la va a convertir en una jujeña notable.

Pero en este querido Jujuy, parecía que éramos pocos los que nos habíamos dado cuenta que teníamos una mujer fuera de serie, hasta que el día 6 de agosto de este año, la Municipalidad de San Salvador de Jujuy le otorgó el premio "San Salvador" como Profesional Destacada y María Rosa Caballero brilló con luz propia en el escenario del Teatro Mitre. Nunca tan merecida una distinción, porque hacía rato que se había hecho acreedora a la misma.

Cuando le dieron el diploma y la estatuilla, la aplaudieron como ocurre normalmente, cuando debieron haberla ovacionado, pero el que esto escribe, que no pudo estar en el epicentro de los acontecimientos por problemas de edad, en el momento culminante, en la soledad de mi morada, me paré y empecé a aplaudir hasta que se me pusieron las manos rojas Maria Rosa, porque sentía, haciéndome eco del pueblo de Jujuy, que te debíamos este homenaje.

Miguel Angel Mallagray

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