Tel Aviv - Israel mantiene la ofensiva contra la franja de Gaza en la novena jornada de hostilidades, que ha comenzado con un intenso bombardeo sobre la red de túneles de Hamás en el que por primera vez no habido parte sobre bajas mortales. El jefe del Gobierno, Benjamín Netanyahu, y los altos mandos militares han insistido ayer en que se van a completar las operaciones militares previstas antes de plantearse un alto el fuego.
Desoyen así el llamamiento que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, hizo la noche anterior al propio Netanyahu en "apoyo a un alto el fuego", pero parecen haber entendido el mensaje de la Casa Blanca, que instó a "hacer todos los esfuerzos para asegurar la protección de civiles inocentes". Dos trabajadores tailandeses murieron en Israel al recibir el impacto directo de un cohete en las inmediaciones de la frontera del enclave.
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El portavoz de las Fuerzas Armadas israelíes, el general Hidai Zilberman, no pudo ser más explícito. "El tema no es ahora un alto el fuego. Tenemos un banco de datos de objetivos que está lleno y vamos a seguir presionado a Hamás para tener unos buenos resultados", declaró a la radio del Ejército. Frente a la narrativa oficial castrense, la agencia de noticias palestina Wafa informó de que la aviación israelí había atacado de madrugada varios objetivos en zonas civiles en 50 puntos del enclave, en los que causó una "masiva destrucción", aunque sin que se informara de la existencia de muertos y heridos en la Franja.
El Ejército hebreo ha reabierto temporalmente el paso fronterizo de Kerem Salom, en el sur del enclave y único habilitado para el paso de mercancías, a fin de permitir la entrada de ayuda humanitaria, como comida y medicinas, así como combustible para las instalaciones de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos.